En
esta capilla se encuentra la pila bautismal en la que se administra
el sacramento del Bautismo y también es conocida como baptisterio.
Este espacio tiene su sitio a los pies de la iglesia pues igual que
por esta zona se accede al templo, el sacramento del Bautismo es la
puerta de entrada a la Iglesia para los cristianos. Es un sacramento
fundamental y condición previa de todos los demás, une a Cristo,
introduce en su muerte salvífica en la Cruz, y por ello libera del
poder del pecado original y de todos los pecados personales y permite
resucitar con Cristo a una vida sin fin. Cualquier persona que no
esté bautizada puede recibir este sacramento, la única condición
es la confesión pública de la fe, que en el caso de los niños lo
hacen los padres en representación de su hijo.
La
Iglesia mantiene desde tiempos inmemoriales el Bautismo de los niños
con una razón: antes de que el hombre opte por Dios, Dios ya ha
optado por el hombre. Por tanto, los padres creyentes que quieren lo
mejor para su hijo, quieren también el Bautismo. Con todo, si se
recibe el Bautismo de niño, hay que ratificarlo después
personalmente a lo largo de la vida. El Bautismo es tan importante
que incluso un no cristiano, en caso de necesidad, puede bautizar si
tiene la intención de hacer lo que hace la Iglesia cuando bautiza.
En
esta capilla destacan la reja de madera torneada del s. XVII y el
Cristo de las Aguas, obra del escultor napolitano Gaetano Patalano,
fechado a finales del s. XVII. La imagen procede del extinguido
convento de franciscanos descalzos, o alcantarinos.
Este Cristo fue el primitivo titular de la Cofradía penitencial del
Cristo de las Aguas que se fundó en esta iglesia de San Antonio en
1944. Asimismo a la entrada de la capilla observamos el remate de lo
que sería una reja de forja realizada en el s. XIX.
Bibliografía:
Alonso de la Sierra, J y L. 2006
di Lustro, A. 1993