miércoles, 4 de septiembre de 2013

Jornada de Oración por Siria

JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN SIRIA

SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE, 


    Tras el regreso de las vacaciones, es momento de comenzar y seguir con los trabajos pastorales en nuestra parroquia, con la misma ilusión, o más si cabe, que en años anteriores. Y que mejor ocasión , para "ir calentando motores", que sumarnos a la vigilia de oración por la situación en Siria que el Papa Francisco ha convocado para este sábado 7 de Septiembre.

Nuestro Obispo, Monseñor D. Rafael Zornoza Boy, nos pide que nos sumemos a dicho acontecimiento, siendo además, una gran oportunidad de encontrarnos con todos los miembros  y feligreses de nuestra comunidad parroquial.

Por ello, el próximo Sábado 7 de Septiembre, a partir de las 19,00 h, tendrá lugar una Vigilia de Oración en nuestra parroquia de San Antonio de Padua.



19,00 h Rosario por la Paz y la Vida.
19,30 h Celebración de la Eucaristía. 
20,00 h Exposición del Santísimo.



¡Quedáis todos invitados¡
Parroquia San Antonio de Padua de Cádiz 


                                                                                                                              

CARTA DEL OBISPO DE LA DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA

Invitación para orar por la paz con el Papa Francisco


Queridos amigos de la Diócesis de Cadiz y Ceuta:

Os invito a participar en la jornada de oración y ayuno por Siria, el próximo sábado 7 de septiembre, a la que nos ha convocado el Papa Francisco. Será una jornada de oración y ayuno mundial ofrecida por la paz en Siria, en Medio Oriente y en todo el mundo.

El Santo Padre hizo el pasado domingo en la Plaza de San Pedro un fuerte llamamiento para que no haya más guerras, enormemente preocupado por el "dramático desarrollo que se presenta en Siria", haciéndose eco de cuantos sufren el desastre trágico de la guerra y de una sociedad que reconoce la irracionalidad de la guerra pero no acierta los caminos para evitarla.  Ha instado a todas las partes a la búsqueda de la paz por medio del diálogo y la negociación, así como en el resto de países donde hay guerras. "¡Qué no haya más guerras! La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y tutelado", dijo el papa, quien añadió: "La guerra sólo produce más guerras y la violencia más violencia".

También nosotros queremos con él pedir la paz y la concordia a Dios por la intercesión de María, la Reina de la Paz.  El poder de la oración y la intercesión es valioso ante Dios y para el mundo. Además, el hecho de orar escuchando la palabra de Dios nos hace reconocer con realismo el mal que existe en el mundo del que no podemos ser jamás cómplices y recordar que Cristo victorioso es el Señor de la historia y nos pedirá cuenta de nuestras decisiones conforme a la verdad moral que ha inscrito en nuestra conciencia y en la ley de Dios, sus mandamientos. "¡Existe un juicio de Dios y de la historia del que no se puede huir!", nos ha recordado el Santo Padre, y que el camino para la paz es el dialogo y el deseo de encuentro en la búsqueda  del bien común.

Os invito a que unamos nuestro grito silencioso al de tantos afligidos para invocar a Dios que cambie los corazones endurecidos por el odio y la pasión, para que  "todas las partes de este conflicto escuchen las voces de su propia conciencia, que no se encierren en sus propios intereses y miren al otro como un hermano y comiencen con valor y decisión la vía de las negociación, superando el ciego enfrentamiento". Pediremos también para que los responsables de la política y los gobernantes sepan garantizar la paz y la justicia con altura de miras; y por los heridos y por los que ya han perdido la vida; por sus familias, para que no se dejen encadenar por el odio; por los que asisten a los damnificados por el conflicto; por todos los que buscan la paz.

Las iglesias de nuestra diócesis acogerán a cuantos quieran unirse a la llamada del Santo Padre simultáneamente con toda la Iglesia.

Estáis todos invitados

 

                            + Rafael Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta

                                                                                                                         

 PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS
Plaza de San Pedro

Domingo, 1 de septiembre de 2013

Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.

Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado.

Vivo con particular sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo.
Hago un fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!

Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris [11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).

¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia Católica, pero que hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de las diversas religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la humanidad.
Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz.

Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de paz.

Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta intención.

Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil momento y a comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la paz. 

María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.