JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN SIRIA
SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE,

Nuestro Obispo, Monseñor D. Rafael Zornoza Boy, nos pide que nos sumemos a dicho acontecimiento, siendo además, una gran oportunidad de encontrarnos con todos los miembros y feligreses de nuestra comunidad parroquial.
Por ello, el próximo Sábado 7 de Septiembre, a partir de las 19,00 h, tendrá lugar una Vigilia de Oración en nuestra parroquia de San Antonio de Padua.
19,00 h Rosario por la Paz y la Vida.
19,30 h Celebración de la Eucaristía.
20,00 h Exposición del Santísimo.
¡Quedáis todos invitados¡
Parroquia San Antonio de Padua de Cádiz
CARTA DEL OBISPO DE LA DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA
Invitación para orar por la paz con el Papa Francisco
Queridos amigos de la Diócesis de Cadiz y
Ceuta:
Os invito a participar en la jornada de oración y ayuno
por Siria, el próximo sábado 7 de septiembre, a la que nos ha convocado el Papa Francisco.
Será una jornada de oración y ayuno mundial ofrecida por la paz en Siria, en
Medio Oriente y en todo el mundo.
El Santo Padre
hizo el pasado domingo en la Plaza de San Pedro un fuerte llamamiento para que
no haya más guerras, enormemente preocupado por el "dramático desarrollo que
se presenta en Siria", haciéndose eco de cuantos sufren el desastre
trágico de la guerra y de una sociedad que reconoce la irracionalidad de la
guerra pero no acierta los caminos para evitarla. Ha instado a todas las partes a la búsqueda
de la paz por medio del diálogo y la negociación, así como en el resto de
países donde hay guerras. "¡Qué no haya más guerras! La paz es un don
demasiado precioso que tiene que ser promovido y tutelado", dijo el papa,
quien añadió: "La guerra sólo produce más guerras y la violencia más
violencia".
También nosotros
queremos con él pedir la paz y la
concordia a Dios por la intercesión de María, la Reina de la Paz. El poder de la oración y la intercesión es
valioso ante Dios y para el mundo. Además, el hecho de orar escuchando la
palabra de Dios nos hace reconocer con realismo el mal que existe en el mundo
del que no podemos ser jamás cómplices y recordar que Cristo victorioso es el
Señor de la historia y nos pedirá cuenta de nuestras decisiones conforme a la
verdad moral que ha inscrito en nuestra conciencia y en la ley de Dios, sus
mandamientos. "¡Existe un juicio de Dios y de la historia del que no se
puede huir!", nos ha recordado el Santo Padre, y que el camino para la paz
es el dialogo y el deseo de encuentro en la búsqueda del bien común.
Os invito a que
unamos nuestro grito silencioso al de tantos afligidos para invocar a Dios que
cambie los corazones endurecidos por el odio y la pasión, para que "todas las partes de este conflicto
escuchen las voces de su propia conciencia, que no se encierren en sus propios
intereses y miren al otro como un hermano y comiencen con valor y decisión la
vía de las negociación, superando el ciego enfrentamiento". Pediremos
también para que los responsables de la política y los gobernantes sepan
garantizar la paz y la justicia con altura de miras; y por los heridos y por
los que ya han perdido la vida; por sus familias, para que no se dejen
encadenar por el odio; por los que asisten a los damnificados por el conflicto;
por todos los que buscan la paz.
Las iglesias de
nuestra diócesis acogerán a cuantos quieran unirse a la llamada del Santo Padre
simultáneamente con toda la Iglesia.
Estáis todos invitados
+ Rafael
Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 1 de septiembre de 2013
Queridos hermanos y
hermanas: Buenos días.
Hoy, queridos hermanos y
hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se
levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada
corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es
el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y
mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y
conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz
es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado.
Vivo con particular
sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto que hay en
nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por
lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se
está produciendo.
Hago un fuerte
llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo.
¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona
el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población
civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno
con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía
tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días
pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre
nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca
trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!
Con todas mis fuerzas,
pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su conciencia, que no se
cierren en sus propios intereses, sino que vean al otro como a un hermano y que
emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro y de la negociación,
superando la ciega confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la
Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más
dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el
diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria.
Que no se ahorre ningún
esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible
conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos
refugiados en los países vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados
a aliviar los sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de
prestar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer
nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan XXIII, a todos
corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de
convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris [11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).
¡Que una cadena de
compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! Es una
fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia Católica, pero que
hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y
mujeres de las diversas religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un
bien de toda la humanidad.
Lo repito alto y fuerte:
no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que
construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino ésta: la
cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la
paz.
Que el grito de la paz
se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las
armas y se dejen guiar por el deseo de paz.
Por esto, hermanos y
hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre,
víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de
oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también
invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a
los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y
a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la
Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a las 24.00 horas, nos reuniremos en
oración y en espíritu de penitencia para implorar de Dios este gran don para la
amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en
el mundo. La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras
de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además de
vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta intención.
Pidamos a María que nos
ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del
diálogo, de la reconciliación y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a
encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar
este difícil momento y a comprometernos, todos los días y en todos los
ambientes, en la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la
paz.
María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.
María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.