1ª CATEQUESIS SOBRE EL SANTO ROSARIO
(Catequesis Mariana)
Realizado por: Rvdo. P. Oscar Gonzalez Esparragosa
( Abril 2020)
1.- UNA INVITACIÓN A REZAR EL ROSARIO.
Hemos comenzado el mes de mayo. En este mes,
tradicionalmente, potenciamos las expresiones de devoción a la Madre de Dios y
Madre nuestra. Con este motivo, tanto el Papa Francisco como nuestro Obispo
Rafael nos han invitado a frecuentar cada día el rezo del Santo Rosario. Se nos
anima a expresar así nuestro amor a la Virgen y, también, a invocarla como
Auxiliadora de los cristianos, Consoladora de los Afligidos y Salud de los
enfermos, de modo especial en las circunstancias dramáticas de la actual
pandemia.
Para muchos de nosotros, el Rosario es una oración
que rezamos a diario, o con mucha asiduidad. Una oración entrañable,
frecuentemente heredada de quienes nos formaron en la fe. Por el contrario, en
relación a otros muchos, el Rosario no es hoy la oración más valorada, o más de
moda. No son pocos los que la consideran una oración anticuada y poco
atrayente. Estoy pensando, sobre todo, en los cristianos más jóvenes, o los que
no rezan a menudo, o los que están menos formados en la fe.
Por eso, aprovechando que, en estos días de
pandemia, la actividad pastoral anda más reducida, me ha parecido útil
escribiros unas sencillas reflexiones tomadas de la Carta Apostólica de San
Juan Pablo II “Rosarium Virginis Mariae”
(“El Rosario de la Virgen María”),
que es, sin duda, una de las más preciosas catequesis modernas sobre el Santo
Rosario, su naturaleza como forma de oración, y su eficacia espiritual.
Pido a la Santísima Virgen, nuestra Señora del
Rosario, que estas reflexiones puedan servir para ayudarnos a conocer mejor el
verdadero sentido del Rosario, animarnos a rezarlo con mayor asiduidad, y
aprovecharnos de sus abundantes frutos espirituales.
2.- DIFICULTADES ACTUALES PARA VALORAR EL ROSARIO.
San Juan Pablo II nos
alertó de que, en nuestro actual contexto socio-religioso, el Rosario es una
oración que corre el riesgo de ser injustamente infravalorada y, por tanto, poco practicada y poco
propuesta a las nuevas generaciones. ¿Cuáles son las causas de la falta de aprecio del Rosario por parte de
muchos cristianos contemporáneos?
- Ante todo, podemos decir que el Rosario, a pesar
de ser una oración tradicional y muy extendida, resulta, en realidad, una
oración muy poco conocida. Y eso no
sólo porque muchos cristianos no sean capaces de recordar los veinte misterios
del Rosario, o no sepan cómo seguir su rezo, sino, sobre todo, porque
generalmente se desconoce su significado profundo y la gran riqueza bíblica,
teológica, espiritual y pastoral que encierra.
- Y como el significado del Rosario no es bien
conocido por todos, no es infrecuente que tampoco sepamos rezarlo bien,
aprovechando toda su riqueza. Frecuentemente olvidamos su carácter de oración
meditativa, y convertimos su rezo en una apresurada recitación, más o menos
mecánica, de avemarías que nos resulta pesada,
y que fácilmente puede dejarnos vacíos y
aburridos.
3.- RECONOCIDO VALOR DEL ROSARIO.
A pesar de estas reservas actuales, el Rosario ha
sido una oración muy valorada por los santos, y muy recomendada por el
Magisterio de la Iglesia en multitud de ocasiones. Este constante aprecio obedece
a razones muy profundas, que podemos
entender sin dificultad:
1º.- En primer lugar, aunque el Rosario se distingue
por su evidente carácter mariano, es también una oración profundamente cristológica, muy centrada en la persona
y la obra salvadora de Jesús. A través la meditación de los misterios, contemplamos
los principales episodios de la vida del Señor: su infancia, su vida pública,
su pasión, y su Pascua. Los veinte misterios del Rosario constituyen como un
breve compendio de todo el Evangelio.
Como afirmó san Juan Pablo II, rezar el Rosario es,
en realidad, contemplar, con María, el
rostro de Cristo. “Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la 'escuela' de
María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje” (RVM 14). Cuando rezamos
fervorosamente el Rosario aprendemos de María a contemplar la belleza del
rostro de Cristo y a experimentar cada vez más profundamente la inmensidad de
su amor por nosotros.
Los cristianos, que vivimos hoy en medio de una
cultura hostil a lo religioso, necesitamos abrirnos a la vida de la fe, para
arraigarnos, cada vez más profundamente, en el misterio de Dios. Para eso,
necesitamos fomentar una comunión cada vez más intensa con Cristo. Esta
comunión de vida se realiza a través de la oración, sobre todo de una oración
centrada en la contemplación de la persona, la vida y el mensaje del Señor. En
este sentido, el Rosario, bien entendido y bien rezado, puede convertirse en
una excelente escuela de oración para el
cristiano de hoy.
2º.- Junto a este carácter cristológico, el Rosario
destaca también por su evidente carácter mariano. Es sabido de todos que el Rosario
constituye una de las oraciones marianas
por excelencia. Por tres razones:
·
Nos ayuda a conocer mejor a la Virgen a través del testimonio que, de Ella, nos da la
Sagrada Escritura. Al rezar el Rosario, fijamos nuestra atención en todos
aquellos episodios del Evangelio en los que aparece María.
·
Nos ayuda a fomentar el amor y el culto a María, alabándola y bendiciéndola, con las mismas palabras
con que Dios lo hace.
·
Nos invita a invocar la maternal
intercesión de la Virgen todas nuestras necesidades materiales y
espirituales, para que Ella nos alcance el auxilio de abundantes gracias
divinas.
3º.- En tercer lugar, el Rosario es una oración que –en palabras de
San Juan Pablo II- “sintoniza con el ritmo de la vida humana” (cf. RVM 2). En
efecto, al rezar las decenas del Rosario solemos llevar en nuestro corazón todos los hechos que entraman nuestra vida personal, y la de nuestra
familia, de nuestra nación, de la Iglesia y de la humanidad. Al rezo del
Rosario llevamos nuestras experiencias personales o de nuestros semejantes,
sobre todo de las personas más cercanas, o que llevamos más en el corazón. Y a
la luz de los misterios contemplados, hallamos luz, consuelo, fortaleza en la
fe y esperanza en la misericordia de Dios.
Refiriéndose al Rosario,
san Juan Pablo II decía: “comprendido en
su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece
una oportunidad ordinaria y fecunda, espiritual y pedagógica, para la
contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva
evangelización” (RVM 3). No es de extrañar, pues, que, en diversas
ocasiones, la Madre de Cristo haya hecho notar su presencia y su voz para
exhortar al Pueblo de Dios a frecuentar esta forma de oración contemplativa. Particular
reconocimiento de la Iglesia han recibido las apariciones de Lourdes y Fátima.
4.- MI DESEO.
Pido de corazón a nuestra Madre que estas
reflexiones, que os iré ofreciendo a lo largo del mes de mayo, puedan ser de
alguna utilidad para:
-
Conocer mejor esta oración, valorando más toda su riqueza bíblica, teológica y
espiritual.
-
Apreciar su valor para animar la vida espiritual y
pastoral de la comunidad cristiana, recuperándola así como un verdadero
tesoro de la oración cristiana.
-
Situarla en el
contexto de nuestra vida cotidiana, para que la contemplación de Jesús y de María nos ofrezca el modelo
más seguro para nuestro caminar diario.
-
Aprovecharnos de sus abundantes frutos espirituales.
Para animarnos en este empeño, podemos releer el
testimonio personal que san Juan Pablo II nos dejó, como confidencia íntima y
estimulante, en su carta “Rosarium
Virginis Mariae”:
“El Rosario es
mi oración predilecta… Me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de
tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he
encontrado consuelo […] El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa
en su sencillez y en su profundidad. [...] Se puede decir que el Rosario es, en cierto
modo, un comentario-oración sobre el capítulo final de la Constitución Lumen gentium del
Vaticano II, capítulo que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios
en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los
ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en
su conjunto consta de misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, que
nos ponen en comunión vital con Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de
su Madre. Al mismo tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del
Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la
nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre
todo de las personas más cercanas, o que llevamos más en el corazón. De este
modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana”
(RVM 2).
Ojalá que la Virgen nos alcance de Dios la gracia de hacer nuestra esa
consoladora experiencia de san Juan Pablo II.
No hay comentarios:
Publicar un comentario