Tercera Catequesis Rosario

3ª CATEQUESIS SOBRE EL SANTO ROSARIO

(Catequesis Mariana)


Realizado por: Rvdo. P. Oscar Gonzalez Esparragosa 
( Abril  2020)

EL ROSARIO,

ORACIÓN QUE NOS AYUDA A REZAR A LA VIRGEN.


1.- EL ROSARIO, UNA ORACIÓN DE ALABANZA.

         Como forma de oración mariana, el Rosario posee una dinámica peculiar: parte siempre de la contemplación de la Sagrada Escritura para conducirnos a la alabanza.

1º.- En la pasada reflexión, recordábamos cómo la contemplación de los misterios del Rosario nos ayuda a profundizar en el conocimiento de la persona de la Virgen, y de su papel único en la historia de la salvación. Por eso, mientras meditamos los misterios del Rosario, va brotando en nuestros corazones el amor y la veneración a la Virgen como miembro eminentísimo del Pueblo de Dios, ejemplar acabadísimo de vida cristiana y Madre amantísima de todos los discípulos del Señor.

2º.- Y ese amor y veneración a la Virgen necesita expresarse a través de la alabanza, buscando las palabras más acertadas para bendecirla con el afecto filial que Ella merece.

¿Y cuáles son las palabras más acertadas para alabar y bendecir a la Virgen del modo más digno de Ella? La piedad popular las ha encontrado en aquéllas mismas con que la Escritura exalta a la Madre de Dios: las palabras que integran la primera parte del Avemaría. En efecto, si queremos expresar -del mejor modo posible- nuestra alabanza a la Virgen…

-      …¿Qué mejores palabras usar que aquellas con que el Padre celestial quiso que el ángel la saludase?: “Alégrate María, llena eres de gracia, el Señor está contigo”.

-      …¿Qué mejores palabras que aquellas que el Espíritu Santo puso en boca de Santa Isabel para bendecir a la Madre de Dios?: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”.

2.- SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS DEL AVEMARÍA.

La repetición del Avemaría, rezada diez veces tras la meditación de cada misterio, es una de las características más conocidas del rezo del Rosario. ¿Qué pretendemos conpetición?

Ante todo, se trata de una expresión de amor

o   ... Un amor que no se cansa de alabar a María. Cuando rezamos el Avemaría nos unimos al ángel, para saludar y alabar a María como la “llena de gracia”. Al repetir las palabras del ángel, proclamamos que la Virgen quedó exenta del pecado original por una singular gracia de Dios, y que Ella es la mujer toda santa, en la cual la fe, la esperanza y el amor alcanzaron toda la plenitud que es posible a una criatura humana. Cuando rezamos el Avemaría, nos unimos al mismo Dios para proclamar ante el mundo a María como modelo de santidad y de gracia.

o   …Un amor que no se cansa nunca de bendecir a la Virgen. Cuando repetimos las palabras que el Espíritu Santo inspiró a Santa Isabel, proclamamos a María como la bendita entre todas las mujeres, porque Ella ha recibido la suprema bendición: ser la Madre del Redentor.

De todo lo dicho se sigue que, para comprender, valorar y rezar el Rosario como oración de repetición, es necesario entrar en la dinámica psicológica del amor, que no se cansa de repetir las mismas expresiones de cariño a la persona amada. Tal repetición, lejos de parecer árida y aburrida, se convierte en la expresión sencilla y conmovida de un profundo y tierno amor hacia nuestra Madre del cielo. Cuando las palabras del Avemaría nacen de un amor así, aunque repetidas, parecen siempre nuevas, en virtud del vivo sentimiento de amor que las inspira.

3.- LA EFICACIA ESPIRITUAL DEL REZO DEL ROSARIO.

         El rezo del Rosario, cuando expresa un verdadero y tierno amor a la Virgen, jamás nos encierra en un sentimentalismo estéril y vacío. Al contrario, cuando nace de un corazón verdaderamente enamorado de la Virgen, conduce a quien lo reza a un mayor amor y servicio a Dios:

1º.- En efecto, cuando, con profunda admiración de hijos, proclamamos a María como la “llena de gracia”, inmediatamente nos sentimos llamados a imitarla en su unión con Dios. Porque es imposible honrar a la “llena de gracia” y no honrar, desear y procurar el estado de gracia, es decir: la santidad de vida, la amistad con Dios, la comunión de vida con Él y la inhabitación del Espíritu Santo. El rezo fervoroso del Rosario, expresión de amor a la “llena de gracia”, constituye un poderoso estímulo para crecer en santidad de vida. Y la santidad constituye, según san Juan Pablo II, una de las prioridades pastorales de la Iglesia del presente milenio.

2º.- Por otra parte, cuando bendecimos a María y a quien es el Fruto bendito de su vientre, recordamos nuestra misión de hacer presente a Cristo en medio del mundo, a través de nuestro testimonio de vida y de nuestro apostolado. Proclamar a María bendita entre las mujeres, por ser la Madre del  Señor, nos recuerda que no hay en este mundo tarea tan excelente como hacer presente al Hijo de Dios en medio de los hombres. Y esto constituye otro motivo por el cual el rezo fervoroso y consciente del Rosario también se convierte en un poderoso estímulo para crecer en el ardor de nuestro compromiso apostólico.

En resumen, el rezo del Rosario, cuando es expresión de un auténtico amor a María, lejos de quedarse en un ejercicio de mera palabrería o en una expresión de sentimentalismo vacío, tiene la virtud de convertirse en una extraordinaria fuerza de renovación para la vida espiritual y pastoral de los creyentes. Así nos lo muestra la experiencia constante de la Iglesia, y el testimonio ejemplar de muchísimos santos.