Segunda Catequesis Rosario

2ª CATEQUESIS SOBRE EL SANTO ROSARIO

(Catequesis Mariana)


Realizado por: Rvdo. P. Oscar Gonzalez Esparragosa 
( Abril  2020)


EL ROSARIO,
ORACIÓN QUE NOS AYUDA A CONOCER A LA VIRGEN

1.- EL ROSARIO NOS AYUDA A PROFUNDIZAR EN EL CONOCIMIENTO DE LA PERSONA DE MARÍA DE NAZARET.

 

         Uno de los valores del Rosario como oración mariana es ayudarnos a profundizar en el conocimiento de la persona de María, partiendo de lo que la revelación divina nos ha dado a conocer de Ella, a través de la Sagrada Escritura y de la Tradición de fe de la Iglesia. De hecho, casi la totalidad de los pasajes del Nuevo Testamento en los que aparece la Virgen son objeto de meditación en los diversos misterios del Rosario.

Aquellos fieles que centran su devoción a María sólo en la veneración de una imagen, es posible que nunca lleguen a conocer de verdad la persona y la misión de la Virgen: su vida, sus palabras, sus gestos, sus virtudes, su peregrinación en la fe, su profunda unión al misterio de Cristo y de la Iglesia… Las imágenes pueden ser hermosas, pueden llegar a emocionarnos, pueden inspirarnos sentimientos religiosos… pero no nos “hablan” de las actitudes de la Virgen, de su peregrinar en la fe, de cómo vivió su respuesta a la llamada de Dios, de la misión que desempeña en la comunidad de los discípulos de su Hijo…

El Rosario sí nos ayuda, y mucho, a “entrar” en el conocimiento de la persona y la vida de la Virgen, tal como la describe el Nuevo Testamento. En efecto, el Rosario es una oración de inspiración bíblica, abundantemente nutrida de la Sagrada Escritura. De la Escritura toma:
-      las fórmulas de oración que utiliza: el Padrenuestro  y la mayor parte del Avemaría,

-      y también los grandes temas de meditación que ofrece, en cada misterio, a los fieles que lo rezan.

Como forma de oración, el Rosario parte de la contemplación de la Virgen María, y de su íntima unión al misterio de Cristo y de la Iglesia. A partir de ahí, desemboca en una oración de alabanza y de súplica filial dirigida a la que es Madre de Dios y Madre nuestra.

2.- LA MEDITACIÓN DE LOS MISTERIOS DEL ROSARIO NOS ACERCA A LA PERSONA Y LA MISIÓN DE MARÍA.

La meditación de los veinte misterios del Rosario constituye un sólido y valioso acercamiento a la persona y a la misión de María. Cada misterio nos invita a contemplar todo aquello que la fe nos enseña de la persona de la Virgen y de su singular cooperación en la obra de la redención. Así…

         1º.- La meditación de los misterios gozosos nos invita a contemplar cómo María, con su “sí” al anuncio del ángel, abrió las puertas de la historia humana al Hijo de Dios Redentor, consagrándose enteramente a su servicio como humilde esclava del Señor.

2º.- Los misterios luminosos, al tiempo que nos hacen contemplar los grandes momentos del ministerio público del Señor, nos invitan a descubrir a María como fiel seguidora de Cristo, asociada a su Hijo en la proclamación de la llegada del Reinado de Dios.

         3º.- Los misterios dolorosos, que centran nuestra atención en la meditación de la pasión del Señor, nos invitan a contemplar a la Virgen Dolorosa, sufriendo con su Hijo y asociándose a su sacrificio, como verdadera Corredentora del género humano.

         4º.- Finalmente, los misterios gloriosos nos invitan a contemplar la plena participación de la Virgen en el misterio pascual del Señor. En la meditación de los misterios de su asunción en cuerpo y alma a los cielos, y de su coronación como Reina y Señora de todo lo creado, María es contemplada como el fruto más excelente del Reinado de Dios.

3. MARÍA, MIEMBRO EMINENTÍSIMO DE LA IGLESIA, EJEMPLAR ACABADÍSIMO DE VIDA CRISTIANA, MADRE AMANTÍSIMA DE LOS CRISTIANOS.

         El Papa san Pablo VI, en su preciosa Exhortación apostólica “Marialis cultus” (“El culto mariano”, 1974), resumió en tres expresiones la misión y condición única de la Virgen María en relación al Pueblo de Dios: “Miembro eminentísimo”, “Ejemplar acabadísimo” y “Madre amantísima” (cf. nº 56). La meditación de los misterios del Rosario, al acercarnos con creciente profundidad a la persona de María, nos permite entender el significado de esas tres expresiones.

         1º.- La meditación de los misterios del Rosario nos enseña a descubrir y venerar a la Virgen como el MIEMBRO EMINENTÍSIMO DEL PUEBLO DE DIOS. En efecto, siendo miembro de la familia humana, María aparece unida al Dios Trinitario de una forma incomparable pues Ella es:

-          La Hija predilecta del Padre celestial, escogida para una misión única.

-          La Madre virginal del Hijo de Dios, que actúa como su más fiel discípula, y colaboradora singularísima en la obra de la Redención.

-          El Esposa y templo vivo del Espíritu Santo, llena de gracia desde el mismo momento de su concepción inmaculada, enteramente dócil a la acción del Espíritu Santo, e inhabitada en todo momento por el Espíritu de Dios.

Todo lo cual sitúa a la Virgen por encima de cualquier otra criatura humana, y la hace digna de recibir un especial culto de veneración, para gloria de Dios.

         2º.- La meditación de los misterios del Rosario, en segundo lugar,  nos descubre a María como el EJEMPLAR ACABADÍSIMO DE VIDA CRISTIANA, digno de ser imitado. Por eso, a pesar de que el ambiente sociocultural en que se desarrolló la vida de la Virgen ha sido superado hoy en casi todas partes, María sigue siendo un referente ineludible para la vida de todos los cristianos:

-       Ante todo, porque acogió la Palabra de Dios y consagró todos sus esfuerzos a ponerla en práctica. En sus concretas condiciones de vida, María se adhirió plenamente a la voluntad del Padre, actuando como cooperadora generosa y decisiva en la obra de nuestra salvación. En nuestra Madre se manifiesta la belleza de una vida enteramente consagrada al servicio de Dios.

-       María es ejemplar también por su santidad de vida, plena ya en el momento de su concepción inmaculada, pero también fortalecida cada vez que permanecía adherida a la voluntad del Padre celestial, incluso en medio de pruebas, creciendo continuamente en fe, esperanza y caridad. Ella resplandece ante nuestros ojos como modelo de todas las virtudes.

-       María actuó siempre como la primera y más perfecta discípula del Señor; y esto mantiene para nosotros un valor inspirador universal y permanente. Nos vale para todos los cristianos de todos los tiempos.

3º.- Finalmente, la meditación de los misterios del Rosario nos conduce a descubrir e invocar a María como MADRE AMANTÍSIMA  de todos los discípulos de su Hijo. Y nos anima a acogernos a su incesante y eficaz intercesión. En efecto, elevada al cielo, María permanece atenta y cercanísima a quienes le suplican. Y atrae las gracias de Dios sobre nosotros los creyentes, e incluso sobre aquellos que ignoran que son sus hijos.

         En consecuencia, si frecuentamos el rezo del Rosario, con las debidas disposiciones de piedad y fervor, profundizaremos con creciente penetración espiritual en el conocimiento de nuestra Madre. De este modo…
-          Incrementaremos nuestra veneración hacia la que es el miembro más excelso del Pueblo de Dios.
-          Sentiremos la llamada a imitarla en el ejercicio de sus virtudes.
-          La descubriremos como Madre amantísima, experimentando el consuelo de su maternal intercesión.